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Son infinitas las combinaciones que consiguen un bocadillo excepcional. En esta ocasión, el jamón ibérico, una joya de nuestra gastronomía, es el absoluto protagonista de este plato. Con un jamón de la mejor calidad cortado a mano, conseguiremos un resultado perfecto. En este bocadillo de elaboración sencilla, hay que destacar la calidad del pan y del aceite de oliva virgen extra, ya que esto es lo que consigue la magia de un bocado sencillo y delicioso.
La calidad del pan es primordial para la elaboración de esté bocadillo. Escojamos una barreta individual de la mejor calidad. El pan tiende a perder su toque crujiente si han pasado unas horas desde su elaboración. Personalmente, me gusta comprar el pan justo antes de la elaboración del bocadillo, si esto no es posible, podemos darle un golpe de horno para que recupere su textura crujiente. Con un cuchillo de sierra, cortar el panecillo individual en libro.
Cortar los 2 tomates por la mitad y restregar el tomate sobre el pan, para que este se impregne bien. Los tomates que vienen colgados en rama son los ideales para restregar.
Aliñar el panecillo con 10 ml de aceite de oliva virgen extra. Tiene que quedar bien repartido por toda la superficie del pan. Después, cerrar el pan de manera que el aceite impregne bien las dos caras interiores del pan.
Utilicemos jamón cocido o jamón serrano, nos van a quedar unas croquetas muy cremosas ya que también vamos a añadir queso a la masa. En este caso voy a utilizar queso gouda, que es un queso suave que va a fundir muy bien y que combina a la perfección con el jamón cocido, pero se pueden utilizar otros quesos que os gusten más o que tengáis a mano en la nevera.
A la hora de freír las croquetas es importante que el aceite esté bien caliente y que vayamos friendo las croquetas en tandas de pocas unidades para que no baje demasiado la temperatura del aceite.
Lo primero que vamos a hacer para preparar estas croquetas de jamón y queso será cortar en daditos pequeños 125 g de jamón cocido y 65 g de queso gouda.
A continuación, vamos a empezar a preparar la bechamel. Para ello, ponemos una cazuela a fuego medio con 50 g de mantequilla. Cuando la mantequilla se derrita, añadimos 50 g de harina de trigo, la mezclamos bien con unas varillas y la cocinamos moviéndola constantemente durante 1 minuto. A continuación, añadimos 500 ml de leche y removemos con las varillas continuamente hasta que se vaya formando la bechamel y no haya ningún grumo en la mezcla, lo que nos puede llevar unos 4-5 minutos.
Cuando ya tengamos lista la bechamel, vamos a añadir una pizca de sal y de pimienta negra molida e incorporamos el jamón cocido y el queso. En caso de optar por jamón serrano, probar la masa tras haberlo añadido ya que es posible que no necesite más sal.
Mezclamos bien el jamón y el queso con la bechamel y trabajamos la masa, moviéndola continuamente con las varillas, durante unos 5 minutos. En este punto, ya tenemos la masa de las croquetas lista.
Vertemos la masa de las croquetas en un recipiente y la tapamos con film transparente para dejarla enfriar. Cuando haya perdido bastante temperatura, la metemos en la nevera un mínimo de 4 horas.
Cuando tengamos la masa de las croquetas bien fría, ya podemos darles forma y empanarlas. En este caso, les di forma alargada pero podéis darle a las croquetas la forma que queráis. Colocamos en un bol 1 huevo L batido y en otro bol 75 g de pan rallado. Vamos pasando las croquetas primero por el huevo batido y después por el pan rallado.
Cuando tengamos todas las croquetas empanadas, ponemos una olla pequeña a fuego fuerte con 300 g de aceite para freír. Cuando el aceite esté bien caliente, vamos friendo las croquetas en tandas de pocas unidades para que el aceite no baje demasiado de temperatura. Dejamos freír las croquetas sobre 1 minuto hasta que se pongan doraditas y las retiramos a una fuente con papel absorbente.
Servimos las croquetas de jamón y queso recién hechas para tomarlas calentitas.
La trucha es una opción para comer pescado azul que solemos olvidar, a pesar de ser muy económica y accesible. Tal vez sea porque este es un pescado de sabor bastante suave. Por eso, esta receta es un acierto ya que la convierte en un bocado muy sabroso: la piel de la trucha enharinada y frita queda muy crujiente, y el toque salado del jamón es el contrapunto perfecto a la carne delicada de este pescado.
Recomendamos preparar esta receta con truchas de ración de unos 300 g la pieza. Por supuesto, se puede hacer con truchas más grandes, pero será difícil encontrar una sartén en la que quepan enteras y la fritura será más complicada (que no imposible). Por el contrario, si lo que conseguimos son truchitas de un palmo, en vez de rellenarlas podemos envolverlas con el jamón.
Como acompañamiento, un poco de patata cocida y una ensalada de hoja verde convertirán este plato en una comida muy completa.
Para esta receta, pediremos en nuestra pescadería 2 truchas de ración preparadas para rellenar, es decir, evisceradas, sin la espina central y abiertas en libro. Antes rellenarlas, las limpiamos con agua bajo el grifo y las secamos con un papel de cocina.
Las salamos por dentro y por fuera ligeramente, ya que el jamón serrano ya les aporta sal. Introducimos en la cavidad de cada trucha 2 lonchas de jamón serrano.
Las cerramos con un palillo para evitar que se salga el relleno durante la fritura.
Rebozamos las truchas con harina y sacudimos ligeramente el exceso de esta. Para este rebozado, podemos utilizar harina de trigo o harina de garbanzo.
Ponemos a fuego medio una sartén amplia con un dedo de aceite de oliva. Cuando el aceite esté bien caliente, pero sin humear, freímos las truchas a fuego medio entre 2 y 3 minutos por cada lado, lo suficiente para que el rebozado se dore pero la carne de la trucha no se cocine en exceso. Las escurrimos bien y las ponemos un momento sobre papel de cocina.Retiramos los palillos antes de colocarlas en la fuente y las servimos inmediatamente.
ste plato de huevos rotos o huevos estrellados con jamón seguramente sea una de las elaboraciones más rápidas y sencillas que podemos hacer en casa y también una de las más sabrosas. Con pocos ingredientes, aunque de buena calidad, tendremos el éxito asegurado en la mesa.
Para preparar las patatas que acompañarán a los huevos estrellados, yo voy a cortar las patatas en rodajas finitas, de unos 3 mm, pero las podéis cortar alargadas, en cuadraditos o como más os gusten. Y lo mismo a la hora de freír los huevos; a mí me gusta que la clara tenga la puntillita dorada y que la yema quede líquida para que después, al romper los huevos, la yema bañe las patatas y se mezclen bien todos los sabores. Pero cada uno puede freír los huevos en función de su gusto particular.
Lo primero que vamos a hacer es preparar las patatas. Para ello, pelamos 300 g de patatas y las cortamos en rodajas finas, de unos 3 mm de grosor.
Ponemos una sartén a fuego fuerte con 300 g de aceite para freír y cuando el aceite esté bien caliente, añadimos las patatas y las freímos durante unos 5 minutos hasta que estén doraditas. Las sacamos de la sartén escurriendo bien el aceite, las colocamos sobre papel absorbente y les añadimos sal por encima.
A continuación, vamos a freír 4 huevos en la misma sartén donde freímos las patatas. Para ello, cascamos los huevos, les añadimos una pizca de sal y los colocamos en la sartén de uno en uno o como mucho de dos en dos. A fuego fuerte, freímos los huevos al gusto, en función de si nos gusta la yema más o menos líquida y la clara con o sin puntilla. Cuando tengamos los huevos listos, los retiramos de la sartén, también escurriendo bien el exceso de aceite.
Y ya por último, solo nos queda emplatar nuestros huevos rotos con jamón. Para ello, ponemos en la base del plato las patatas fritas, colocamos encima los huevos fritos y colocamos 80 g de jamón serrano repartido por encima y alrededor de los huevos.
Llevamos el plato a la mesa y es entonces cuando vamos a romper los huevos con un cuchillo.